Las personas deben estar preparadas para
manejar inteligentemente los conflictos interpersonales. Estos surgen
naturalmente, debido a que los individuos tenemos creencias, sentimientos y
deseos divergentes. De no manejarse con cuidado, estos conflictos pueden causar
sentimientos de inseguridad, exclusión, irritación y frustración.
Tales situaciones de tensión pueden
prevenirse por medio de un comportamiento asertivo responsable. Sin embargo,
muchas personas obvian el valor de promover la comunicación y el comportamiento asertivo. Algunas
personas que se oponen al entrenamiento en asertividad debido a que confunden
el comportamiento asertivo con el agresivo. La “asertividad”, no significa que se demande los deseos y derechos en forma
ruidosa y ofensiva. Entrenar a alguien para ser
asertivo NO significa convertirlo en un ser calculador y manipulador, que intenta
controlar a los otros con el objeto de lograr fines egoístas. No se debe temer que la
asertividad transforme a personas agradables en seres rebeldes e irritables.
Nada podría estar más alejado de la realidad.
El hecho es que el comportamiento de las
personas fluctúa entre la pasividad y la agresividad, y el comportamiento
asertivo se ubica entre esos dos extremos. La asertividad se basa en valores
humanos que sólo pueden ser beneficiosos para la comunicación interpersonal.
En un clima adecuado, los individuos pueden
lograr defender sus derechos y conseguir lo que se desea sin perjudicar a otros ni ir en contra de los derechos ni sentimientos de los de más. La comunicación y actuación asertiva ayudan a que las personas controlen su
comportamiento (siendo menos temerosas y más expresivas). Al aplicarse correctamente, la asertividad establece
un balance de poder entre individuos en conflicto, de manera que cada uno
obtenga provecho de la interrelación. El propósito no es someter a otros, sino
más bien asegurar la satisfacción mutua en la resolución de conflictos.
La meta principal de la asertividad consiste
en mejorar la auto imagen y aumentar la efectividad en situaciones sociales y
profesionales, esto puede lograrse solamente si comprendemos y respetamos los
derechos individuales.
La comparación de los patrones de
comportamiento asertivo, agresivo y pasivo, provee una visión sobre los beneficios
personales, profesionales y organizacionales que aporta el conocimiento
asertivo responsable.
El comportamiento pasivo ocurre cuando la
persona renuncia a sus derechos por complacer a los demás. Los derechos de los
individuos pasivos son violados, bien sea porque ignoran sus propias
necesidades o porque permiten que otros abusen de sus derechos. Estas personas
usualmente justifican su comportamiento con el supuesto deseo de no querer
crear problemas o involucrarse en situaciones desagradables. Generalmente
aceptan toda crítica, sintiéndose culpables y se disculpan aun cuando la
crítica sea injusta.
Cuando surgen conflictos interpersonales
inevitables, típicamente, las personas pasivas no expresan sus opiniones o
sentimientos tratando de ocultarlos. Nuestra cultura promueve la pasividad al
enseñar a los individuos a no expresar sentimientos por el miedo de ofender a
otros. En realidad, tal comportamiento motiva a otros a aprovecharse de la
situación y a infringir los derechos de la persona pasiva.
Cuando los individuos sienten que deben
comportarse y/o comunicarse asertivamente pero reaccionan con pasividad, disminuye su
autoestima. Aunque algunos manifiestan admiración por las personas pasivas, lo
que realmente les agrada es el no ser obstaculizados por ellas.
Aun cuando la pasividad ayuda a evitar los
conflictos, las personas pasivas usualmente se sienten explotadas, no tomadas
en cuenta, indefensas, molestas o resentidas. No sólo pierden el respeto de
otros sino, aún más importante, el respeto propio.
Los efectos de la continua pasividad son
acumulativos y en último término, devastadores. La pasividad continúa minando la auto-confianza y, en algunos casos, causa depresión severa y un
sentido general de incapacidad.
Los individuos pasivos, pocas veces aceptan
la responsabilidad por la calidad de sus vidas. Algunas veces, cuando se les
presiona demasiado hacia una situación desagradable, pierden el control sobre
sus emociones y reaccionan de forma explosiva. Sin embargo, lo más común es que
jueguen al mártir silencioso, culpando secretamente a los demás por su falta de
autoestima. Rara vez se dan cuenta de su responsabilidad por su situación
infeliz.
Por el otro lado, el
comportamiento agresivo ocurre cuando las personas pelean por sus derechos de
tal manera que llegan a violar los derechos de los demás. Los individuos
agresivos con frecuencia se comportan ofensivamente y utilizan el sarcasmo y la
intimidación para dominar a otros. Tienden a emitir señales sutiles de que
crean climas de comunicación defensiva y provocan discusiones y hostilidades en
lugar de promover la cooperación. Independientemente de cómo se manifieste, el
comportamiento agresivo desmoraliza a los demás.
El comportamiento agresivo puede promover un
círculo vicioso. Las personas agresivas discuten a menudo para defenderse de
las críticas que ni siquiera han sido emitidas. Ello se debe a su vulnerabilidad
ante amenazas (reales o imaginarias). A su vez, el comportamiento promueve una
reacción de antagonismo en los demás.
En efecto, las personas agresivas intentan
destacar a costa de la autoestima de otros. El propósito de esta agresión es
dominar o humillar a otros en lugar de expresar los sentimientos honestamente.
En los encuentros agresivos, los participantes se ven forzados a adoptar
posiciones antagónicas.
El comportamiento agresivo se manifiesta de
muchas maneras, todas improductivas. Al igual que las personas pasivas, los
individuos agresivos se preocupan por su incapacidad de establecer relaciones
amistosas y resolver conflictos satisfactoriamente. A largo plazo, el
comportamiento agresivo sólo produce consecuencias desfavorables: nadie gana,
todos pierden.
La comunicación asertiva y el comportamiento asertivo ocurren cuando los
individuos defienden sus derechos sin que ello implique violar los derechos de
los demás. La asertividad implica expresiones directas, honestas y apropiadas
de nuestras creencias, necesidades y sentimientos. Significa auto respeto; es
decir, valorarse a uno mismo y tratarse con tanta inteligencia y consideración
como merece cualquier ser humano.
Al comunicarnos con personas agresivas,
podemos saber cuáles son sus posiciones, ya que expresan lo que piensan. Sin
embargo, la asertividad no implica que uno pueda hacer o decir cualquier cosa
bajo el pretexto de la franqueza. La comunicación asertiva, madura, nos lleva a
ser responsables de nuestras acciones.
Debido a que las personas asertivas consideran
que todos los individuos tienen iguales derechos a expresarse honestamente,
demuestran que respetan a los demás tanto como a sí mismos. Por lo tanto la comunicación y comportamiento asertivo aumenta la autoestima, conlleva al desarrollo del
respeto mutuo y al logro de las metas propias sin sacrificar la de otros.
Dar a conocer nuestras necesidades y tomar
responsabilidades por nuestras acciones, disminuye la tendencia a culpar a
otros o a vengarse de ellos cuando no se alcanzan las metas propuestas. Las personas asertivas pueden escuchar las
críticas, evaluarlas si son pertinentes y luego negociar los cambios de
comportamiento deseables.
Mientras
que el comportamiento agresivo sacrifica los derechos de un individuo para que
otro se beneficie, el comportamiento asertivo se enfoca en negociar cambios de
comportamientos razonables y mutuamente beneficiosos.
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