A todo esto se le busca usualmente un culpable o un motivo, usualmente si hay un evento que desencadena todos estos problemas, sin embargo tenemos que saber desde el inicio que en una relación las cosas son bidireccionales, tienen 2 partes y ambas tienen una contribución a los diversos problemas que viven.
Bajo todos los asuntos que quieren resolver para llegar a mejorar la relación, existen posiblemente algunos miedos de los cuales probablemente no son conscientes los individuos y pueden llegar a consumir la relación. Estos miedos a veces son difíciles de identificar y es por esto que no se les suele confrontar con las herramientas correctas.
Los 4 básicos son:
- TEMOR A LA OPRESIÓN
- TEMOR AL ABANDONO
- TEMOR A LA VERGÜENZA
- TEMOR AL VACÍO
En esta entrada ampliaré la información sobre el primero de la lista, TEMOR A LA OPRESIÓN, el cual suele ser muy común sobre todo hoy en día.
En la raíz de este, se encuentra un miedo mucho más complicado, el miedo a la autoafirmación, esto significa que la persona piensa que la pareja no va a tolerar o aceptar que tenga voz propia, que exprese con sinceridad lo que siente y piensa y finalmente terminará por rechazarla.
Con estos casos, es muy usual que al inicio de la relación, estas personas quieran saber todo cuanto puedan sobre los deseos y necesidades de la otra persona para así poder entregarlo todo y generalmente los comienzos de la relación funcionan perfectamente, ya que se logra agradar y complacer a la pareja. Sin embargo esto está totalmente desequilibrado ya que toda la atención está puesta sobre uno de los miembros de la pareja y las necesidades y sentimientos propios ya ni se pueden reconocer, entonces, tarde o temprano estas personas llegan a notar que en la relación no hay cabida para su personalidad y no pueden expresar muchas cosas con palabras, comienzan a notar cosas que les desagradan y quisieran cambiar pero por miedo a ser radicales terminan callando. Esto va a generar una gran incomodidad con la relación en general, todo les parece mal, se aburren y se enojan. Bajo estos sentimientos existe una sensación de ahogo y ansiedad ya que se piensa que no puede hablar porque si lo hace la relación se acabará y esto está, según ellos, totalmente fuera de su control, generará que busquen un refugio que si pueden controlar y en estos casos, el control tiene una gran importancia ya que el "control" es precisamente lo que provoca este temor. La posibilidad de perder el control de la vida propia hará que se le entregue todo a la pareja y esto hará que los deseos y necesidades propias queden sin satisfacerse.
Para una mejor identificación de este temor, se deben notar tres ideas principales que se tienen pero son de carácter autodestructivo:
- "En mi relación mi pareja es lo primero" - esto es el reflejo del pensamiento "los demás son más importantes que yo" (no hay autoafirmación).
- "Mi pareja es ideal, perfecta" - tendencia a idealizar. Es muy común que las personas que tienen miedo a la opresión están convencidas que su rol en la relación es proteger y asegurar la protección y felicidad de la pareja, entonces, un pequeño ejemlo, si mi pareja está triste seguramente es porque yo hice algo mal, he fracasado (no hay autoafirmación).
- "Seguro me va a juzgar y probablemente me deje" - proyectamos al rechazo. Se trata básicamente de una presunción que provoca un estado constante de alerta de lo que necesita la pareja para poder dárselo para que así esté contento. Evitan toda clase de crítica, juicio y rechazos a su pareja, quieren dar más de lo que reciben. Usualmente se sienten inferiores (no hay autoafirmación).
El origen de este temor es generado básicamente en la familia de origen por 2 patrones de relación, el primero es aquel donde se ha tenido un padre o una madre que ha ejercido mucho control sobre el niño o adolescente, descalificando los deseos y necesidades y en el caso de que este diga algo que no va acorde a lo que el padre o madre dice o quiere, recibe un castigo o una severa crítica hasta que este se rinda.
El segundo, es cuando en la familia uno de los padres es disfuncional, sea por una enfermedad o por abuso de sustancias, entonces, como en el patrón anterior, no queda espacio para los deseos y necesidades del niño y se vuelca toda la atención en las necesidades del progenitor disfuncional para asegurar su supervivencia y bienestar.
Así pues, es posible que las personas que sienten esto, se den cuenta de que la relación no les satisface pero no se atreven a salir de ella por miedo a ser juzgados, entonces la atracción se convierte en irritación y el interés en apatía, lo que antes causaba diversión ahora da sensación de asfixia y producirá un deseo de huida.
Habrá que ponerse a pensar sobre como funcionamos en las relaciones, si encajas en este perfil hay que poner en marcha este plan de acción que viene a continuación.
- Salir de la zona de confort y romper el mito que se tiene de no poder decir lo que se piensa y se desea. Dejar atrás lo aprendido en el pasado y atreverse a hablar.
- Hablar con la pareja y expresarle la necesidad que se tiene de ser escuchado/a y atendido/a.
Si te ubicas al otro lado de la relación y notas que tu pareja tiene este perfil, puedes coger un rol activo para ayudarla a salir de este miedo con las siguientes preguntas:
- ¿De qué te gustaría hablar pero casi nunca lo haces?
- ¿Qué actividad te gustaría hacer que nunca hayamos hecho?
- ¿Cómo te gustaría que te exprese mi afecto?
Básicamente, se busca que la pareja le haga preguntas sobre sus gustos y necesidades utilizando la empatía y evitando los juicios iniciales.
Hay que saber que todo cambio es un proceso, lo que viene aprendido desde la niñez no va a desaparecer de la noche a la mañana y requerirá de esfuerzo y compromiso de ambos miembros de la pareja para lograr el cambio deseado. Lograr que una persona se sienta segura, encuentre fácil autoafirmarse, será un proceso largo y arduo, pero es muy necesario para tener una relación que a largo plazo no genere resentimientos y conflictos mayores.
Cuanto más abiertos y honestos seamos desde el inicio de la relación, mejor desarrollo tendrá.
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